El Proyecto Desarrollo Integral de la Mujer de escasos recursos de Cañete, está desarrollado por Prosip Condoray y Fundación del Valle con el financiamiento de la Generalitat Valenciana.

El proyecto garantiza a la mujer su integración en un sistma que reconozca y revalorice su papel social y económico, convirtiéndola en agente de su propio desarrollo, de su familia y de su comunidad.

En la región costera de Cañete, Perú, la mujer representa a un colectivo que afronta una doble discriminación, social y económica. La falta de oportunidades profesionales ligada a su bajo nivel educativo, dificulta su inserción en el mercado de trabajo lo que provoca que, en muchos casos, su actividad quede restringida al ámbito doméstico. Las mujeres que por su parte alcanzan a desempeñar tareas en el campo, lo hacen de manera eventual por un salario exiguo (3,7 € por jornada de trabajo) y en un entorno caracterizado por una acentuada inestabilidad laboral.

En este contexto, el trabajo desarrollado por Prosip-Condoray y Fundación del Valle, con la financiación de la Generalitat Valenciana, se ha dirigido a garantizar a la mujer su integración en un sistema que reconozca y revalorice su papel social y económico, convirtiéndola en agente de su propio desarrollo, de su familia y de su comunidad. Para ello, a través del proyecto mencionado, se abordaron aspectos como la baja autoestima, el conformismo y la mentalidad asistencialista de las mujeres de la zona, así como su bajo nivel educativo y escasa o nula formación empresarial. Como explica Milagros Panta, directora ejecutiva de Prosip-Condoray, «el proyecto logró mejorar los bajos niveles de competitividad y productividad en el caso de las pequeñas empresas promovidas por mujeres, gracias a una formación específica adaptada a sus capacidades, circunstancias y necesidades, así como al asesoramiento empresarial que acompaña al proceso de creación y gestión de la empresa. Esto les ha permitido generar ingresos y contribuir al sostenimiento de sus hogares, al tiempo que han mejorado su formación humana para crecer como personas y educar adecuadamente a sus hijos, así como mejorar sus condiciones de salud, nutrición y saneamiento».

La implicación de la comunidad

Las líneas de acción de Condoray se dirigen a la Capacitación Profesional Técnica de mujeres jóvenes y la ejecución de Programas de Desarrollo Rural para mujeres adultas. Dentro de la primera, las jóvenes tienen la oportunidad de acceder a carreras técnicas de corta duración, demandadas por el mercado laboral del país, como Administración de Servicios de Hostelería, Secretariado Ejecutivo o Contabilidad. En los programas destinados a mujeres adultas, se encuentran los orientados a la formación de Promotoras Rurales; la Alfabetización Integral; Capacitación Laboral Básica; Educación Familiar; Nutrición, Higiene y Saneamiento; y Educación para la Salud
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Hasta el año 2011, fecha en la que finalizó el proyecto, 841 mujeres recibieron cursos de alfabetización y/o post-alfabetización y 1.116 mujeres participaron en talleres de liderazgo y desarrollo comunal, de las cuales 160 fueron formadas como promotoras rurales encargadas de impulsar actividades educativas y sociales en beneficio de la comunidad. Al menos 2.500 mujeres mejoraron las condiciones de vida de sus familias a través de talleres de mejora de la vivienda, de saneamiento, cuidado del medio ambiente, mejora de hábitos de higiene, salud y nutrición, etc. Asimismo, 802 mujeres jóvenes recibieron capacitación para el empleo, mientras 811 mujeres lo hicieron para favorecer el autoempleo y el desarrollo empresarial.

Por otro lado, apunta Milagros Panta, en el proyecto no sólo participaron las mujeres de las 17 comunidades rurales donde tuvo lugar, sino que «se involucró a otros actores para convertirles en gestores de las actividades desarrolladas por las mujeres. Así, por ejemplo, los esposos participaron en la consecución de los objetivos marcados por las participantes de los concursos de mejoramiento de vivienda; y las autoridades locales y municipales, en coordinación con las promotoras rurales, se implicaron en las campañas de saneamiento ambiental».

Proyección de futuro

En la actualidad, una vez concluido el proyecto, Milagros destaca que «el grupo de mujeres líderes capacitadas continúan replicando la formación en 17 comunidades. La infraestructura e implementación de aulas, albergue, biblioteca y aula de cocina, construidas en el marco del proyecto, son espacios que permiten seguir formando a mujeres jóvenes que desean incorporarse en el mundo laboral a través de una carrera técnica. Para asegurar la sostenibilidad a largo plazo del proyecto, Prosip-Condoray realiza tareas de seguimiento cada seis meses a los negocios de las mujeres microempresarias, de forma que refuercen sus conocimientos y se les motive a realizar una capacitación continua en temas de gestión empresarial».

Gracias al proyecto y a su espíritu emprendedor y decidido, la mujer de Cañete combate la falta de equidad social y económica ya convertida en responsable de su propio progreso y en agente indispensable de la lucha contra la pobreza en beneficio de un desarrollo social sostenible.

Lucy Huari Sulluychuco, Marilin Modesto y Marita Sánchez son tres de las alumnas de los cursos de capacitación de Condoray. Su testimonio es un ejemplo del esfuerzo y voluntad invertidos en mejorar sus condiciones de vida y romper el círculo de pobreza en que se encuentran.

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